Todo comenzó con Tupperware.
La marca de recipientes fue pionera no sólo en sus envases, únicos en su día, sino también en su forma de promocionarlos: reuniones en casa de mujeres.
Esta modalidad de venta a domicilio se extendió a otro tipo de productos, que en tiempos no tan lejanos eran exclusividad de las mujeres: cosméticos, cacerolas, y más.
Pero la mujer ha evolucionado, y con ella el carácter de estas reuniones de promoción comercial.
Hoy en día, lo que se lleva son los juguetes sexuales.Las mujeres se reúnen para compartir y comparar experiencias con estos productos.
Ni cosméticos, productos de limpieza ni pequeños electrodomésticos. Tampoco recipientes de plástico para guardar alimentos. Lo que venden a domicilio las "visitadoras" del Tapersex son vibradores -de todos los tamaños, colores, funciones y texturas-, lencería, aceites para masajes eróticos con sabor a fresa, chocolate, limón o menta, además de "juguetitos" para una ducha más placentera o anillos que hacen más duradero lo que a duras penas dura más de quince minutos.
Juguetes eróticos menos sofisticados, eso sí, pero igual de eficaces, que el consolador de oro y diamantes que el ex "galáctico" David Beckham regaló a su esposa Victoria en uno de sus últimos cumpleaños, y que, según se publicitó y nadie desmintió, costó nada más y nada menos que dos millones de euros.
Este tipo de reuniones son habituales en Estados Unidos, y en España hace varios años que se hacen.
Las ventajas de este tipo de reuniones es que las féminas no tienen que enfrentarse al sonrojo que les puede causar a algunas el ir a un sex shop tradicional.
Estas reuniones están "diseñadas para informar y educar a las mujeres a través de sabrosas presentaciones en su hogar".
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